Hace 30 años

Más de media vida, en una vida dedicada a mi profesión, al más bello oficio, la Psicología.

Son muchas las vivencias en estos tiempos, desde que un 5 de febrero de 1995 abriese mi primera consulta con el apoyo de quienes me querían, familia y amigos, sobre todo mi padre y mi madre quienes siempre estuvieron a mi lado.  También por la acogida del clan Navarrete, mis “caseros” de entonces y con quienes aún mantengo un enorme vínculo de cariño.

En todo este tiempo pude acompañar a muchísimas personas, trabajar con ellas y despedirlas una vez logrados sus objetivos. También hubo quienes abandonaron, personas con las que el encuentro terminó antes por otros motivos, económicos, traslados, por no terminar de vincularse conmigo, o simplemente porque no consiguieron lo que necesitaban en el tiempo que les hubiera gustado. De todas ellas, cada una de ellas, aprendí. Y a todas y cada una quiero darles las gracias.

Gracias por su confianza en mí, especialmente en mis principios, cuando era una veinteañera con más vocación y entusiasmo que experiencia. Gracias por haberme permitido dedicarme a lo que amo y me apasiona. Gracias por haber favorecido que aprendiese en el camino que recorrí con ellas, con mis aciertos y mis errores, porque fueron poniendo por delante mis carencias y mis necesidades de reciclaje y formación continuada. Gracias por haberme mostrado, con vuestros logros, soluciones para cosas que no andaban tan bien en mí (aquello de que “algunas veces los pacientes vienen a curarnos de lo nuestro”). Gracias por recomendar mi trabajo a otras personas, haciendo del boca a boca el mejor aliado de mi dedicación. Gracias por haber colaborado con vuestras historias de superación a que tejiera mi corazón de psicóloga, a que desarrollara mis sentidos ejerciendo la psicoterapia, y a que supiera usar mis manos para sosteneros hasta que supisteis y pudisteis empezar a volar. Gracias por cada uno de vuestros cálidos abrazos cuando os fuisteis del todo. Gracias a quienes seguís llegando.

Y sobre todo gracias por haberme estimulado a renovar cada día mis inquietudes, mi entusiasmo y mi ilusión. Por incentivarme, sin que ni siquiera lo sepáis, a continuar trabajando, formándome, supervisándome. A seguir emprendiendo nuevos proyectos a favor de la Psicología, mi bello oficio, el eje de mi vida junto con mis hijas, cada una a uno de mis costados, mi familia y mis amistades. A buscar la calidad de mis servicios en la atención de la salud mental, contribuyendo a que nuestro mundo sea más amable y más humano.

Mil gracias.

¡Seguimos!

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